Mi amiga Sandra Burgos me prestó una foto de un arrendajo en una ventana, pero aunque los arrendajos son pájaros muy bonitos, no son santo de mi devoción pues les he visto hacer la vida imposible; a una cigüeña engüerando, y mataron a Domingo, el canario de mi madre, uno se acercó a su jaula y le rompió el cuello. Así que lo último que me apetece es inmortalizarle en un cuadro, a no ser que sea haciendo lo que saben hacer que es atormentar a otro pájaro. Por eso decidí cambiarlo por un abejaruco que es más vistoso si cabe.
Es la primera vez que pinto un pájaro, así que perdonad lo que esté mal, la próxima vez me saldrá mejor, pues no sabía lo difícil que era.
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| Óleo sobre tabla 80 x 60 |
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